Butayna bint al-Mu´tamid b. Abbad

El 9 de Septiembre de 1091 Sevilla fue asediada por los Almorávides al mando de Sir Abu Bakr. Había llegado el fin de la dinastía de los banu ´Abbad. El rey al-Mu´tamid había decidido luchar y defender su reino, en lugar de rendirse sin más como lo habían hecho otros reyes taifas.

En el interior del alcázar de al-Mubarak las tropas se movilizaban a ritmo frenético, la caballería, los lanceros y los ballesteros se apostaron cada cual en su puesto, mientras en la medina la población hacía acopio de víveres y se encerraron en sus casas.

En el área privada del palacio cundió el pánico. La familia del rey al-Mu´tamid, ´Itimad, su esposa favorita, sus hijos pequeños e hijas y las demás mujeres lloraban sintiendo, que su mundo estaba a punto de desaparecer para siempre. Butayna, hija de al-Mu´tamid e ´Itimad, que tendría por aquel entonces unos 15 años, permanecía pegada a su madre.

En el ambiente del alcázar se respiraba una calma tensa y silencio, cuando de repente se tornó violencia. Los Almorávides tomaron el recinto. Golpes, gritos, carreras, sangre y muerte estaba esparcido entre el patio de armas y las salas de audiencia, donde antaño se oía el sonido del laúd. El ejército sevillano se defendió luchando hombre contra hombre, el propio rey al-Mu´tamid, sable en mano, peleó como el más feroz defendiendo su territorio. Sin embargo, todo fue en vano, cuando el rey vio caer muerto a otro de sus hijos, entonces se dio cuenta que la sangre de sus hijos valía más que un reino. Se rindió y tuvo que acatar las duras condiciones impuestas por Sir Abu Bakr.

La ciudad de Sevilla despidió al que fuera su señor, la gente, que no había conocido otro rey, se apiñó en el muelle de la Sal, para despedir entre lágrimas a  la familia real, que partía hacia el destierro. En aquellas galeras acompañaban al depuesto rey, su esposa favorita ´Itimad, sus hijos e hijas más pequeñas, algunos de sus hijos más mayores, excepto Butayna. Ella había desaparecido durante el asedio al alcázar, ´Itimad la perdió en uno de esos momentos de pánico, cuando cada cual salió corriendo buscando refugio donde podía.

´Itimad dejó la ciudad muy a su pesar, sin haber podido encontrar a su hija y temerosa de lo que le podía haber ocurrido. al-Mu´tamid sentía además del dolor y la humillación, la preocupación por su querida Butayna desaparecida.

La familia Abbad atravesó el Estrecho de Gibraltar y después de un duro e incómodo viaje por el Magreb, llegaron al sur, a la ciudad de Aghmat, donde al-Mu´tamid fue encarcelado. Su familia permaneció cerca de él, en la ciudad y sin medios. ´Itimad y sus hijas se ganaban un plato de comida, haciendo labores de hilandera, mientras que los hijos mayores marcharon a Marraquech, donde lograron puestos como escribas o secretarios.

Durante un tiempo, no hubo noticias de Butayna. La incertidumbre y los peores presagios acosaban la mente de ´Itimad y al-Mu´tamid. ¿Qué le habrá pasado a Butayna? ¿Dónde estaba su hija?

El rey en su celda, húmeda y lúgubre, cerraba sus ojos y veía la belleza de Butayna, que tanto se parecía a su madre. Todos decían que tenía su misma forma de ser y la misma gracia para escribir poesía.

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Un día recibieron una carta de manos de un joven. al-Mu´tamid  la abrió y lloró de alegría cuando identificó la letra de su amada hija Butayna. El escrito era un poema que decía así:

«Escucha mi discurso y atiende mis palabras, 

pues la conducta muestra quién es noble. 

No ignores que fui cautivada, más tampoco que soy 

hija de un rey descendiente de los ´Abbadíes, 

un gran rey cuya época se ha alejado 

– ¡así el tiempo se encamina hacia la ruina! -.

Cuando Dios quiso separarnos 

y nos hizo probar, como viático, 

el sabor de la tristeza

se alzó la hipocresía contra mi padre

y en su propio reino, 

y la separación, que nadie deseaba, se acercó. 

Salí huyendo, 

se apoderó de mí un hombre 

que, en su actuar, no se portó rectamente, 

pues me vendió como se vende a los esclavos; 

pero me ha unido a quien de todo me protege

excepto de la adversidad, 

y me quiere para casarme con un hijo casto, 

emprendedor, de buen carácter, que va a tí a pedir tu opinión

para satisfacerte 

– ya ves la integridad de mi conducta – 

Ojalá, padre mío, me informes

si esperar puede mi afecto, 

y ojalá ar-Rumaykiyya, la reina, con su favor, 

pida para nosotros prosperidad y dicha.»  

Al-Mu´tamid e ´Itimad, con el corazón más calmado, dieron su bendición para el enlace, firmando como testigo el contrato matrimonial, con tristeza y resignación, convencidos de que era la mejor solución dentro de las circunstancias.

«Hijita mía, sé amable con él, pues el momento que vivimos ha decidido que estés junto a él.» 

Este es el único poema que se conoce de la única hija del rey al-Mu´tamid de la cual sabemos su nombre. Este poema dice el historiador del siglo XVI, al-Maqqari, corrió de boca en boca por todo al-Andalus, trascendiendo así éste poema el ámbito privado.

BIBLIOGRAFIA: 

  • Diwan de las poetisas de al-Andalus. Teresa Garulo. ed. Hiperión
  • Al-Mu´tamid y los Abbadíes. Pilar Lirola Delgado. ed. Fundación ibn Tufayl
  • Esplendor de al-Andalus. Henri Pèrés. ed. Hiperión
  • Enciclopedia de al-Andalus. Fundación Legado Andalusí
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Elisa Simón

Soy argentina y vivo en España, desde que llegué me cautivó su historia andalusí. Desde entonces leo, estudio y aprendo cada día acerca de este fascinante período de la historia.

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